El ambiente regulatorio es crucial para que mas fumadores sustituyan al cigarro de tabaco por el cigarro electrónico,  lo cual permite y facilita realizar su potencial sanitario. La regulación debe proporcionar a los usuarios información verídica que ponga en perspectiva los riesgos relativos al cigarro convencional en base a la evidencia científica de mayor calidad disponible (cuyo resumen hemos proporcionado). Debe ser proporcional a estos riesgos.

10a) Cautela extrema ante riesgos: consecuencias no deseadas. El regular al cigarro electrónico bajo un esquema demasiado cauteloso puede producir consecuencias sanitarias no deseadas (ver discusión en este enlace). Esta posibilidad es remarcada en todos los estudios reseña que hemos citado en  este enlace, en particular el Informe del Royal College of Physicians (RCP) (ver este enlace)

“… aunque sus riesgos sanitarios son mucho menores que los de fumar, el cigarro electrónico no está libre de riesgos.  Una regulación demasiado estricta y restrictiva podría evitar todos estos posibles riesgos residuales, pero podría traer como consecuencia no deseada hacer al cigarro menos atractivo y accesible a los fumadores, lo cual puede contribuir a una riesgo mucho mayor: el perpetuar el tabaquismo.”

En particular, el cigarro electrónico no debe ser regulado como el cigarro convencional.  Una regulación estricta de este tipo lo sujetaría a impuestos elevados,  a restricciones injustificadas en modelos y sabores, así como a prohibiciones en demasiados espacios de convivencia social. El efecto sería que pocos fumadores se sentirán motivados a sustituir el cigarro convencional por el electrónico, por lo que se pierde su potencial contribución al cese de fumar.

10b) ¿Justifica la evidencia científica reglamentar espacios libres de vapor?  Desde el punto de vista de proteger la salud de quienes rodean al vapeador: no lo justifica. Al no presentar riesgos apreciables a la salud de terceras personas en el entorno (ver este enlace), no hay una justificación médica o científica para extender automáticamente al vapeo los reglamentos de espacios “libres de humo” aplicables al humo del tabaco bajo esta justificación.

Es obvio que no es posible ni deseable permitir el vapeo en todo espacio interior, ya que el vapor puede ser intruso o molesto (aunque no dañino) a quienes no fuman ni vapean. Sin embargo, la casi ausencia de toxicidad si justifica la existencia legal de espacios interiores de socialización voluntaria que permitan el vapeo sin que esto perturbe a quienes no deseen respirar el vapor.  El prohibir su uso en todo espacio público interior, como se prohibe el fumar, inhibe los posibles incentivos para que los fumadores sustituyan al cigarro convencional por el electrónico, lo cual contribuye a perpetuar al tabaquismo.

10c) Regulación vs eficacia en el cese de fumar.  Un ambiente regulatorio flexible y menos restrictivo favorece la eficacia del cigarro electrónico en los intentos de dejar de fumar. Un ambiente rígido y restrictivo los inhibe, por lo que no favorece a la salud pública.

El efecto del ambiente regulatorio sobre la eficacia del cigarro electrónico como herramienta de salud pública ha sido analizados en un estudio longitudinal (ver referencia y discusión en  este enlace), el cual muestra que su eficacia en el cese de fumar en dos países con regulación favorable (Reino Unido y los EUA) es mayor que en dos países con regulación hostil (Australia y Canadá).

9d) Proyecciones demográficas.  Un argumento muy importante que los reguladores deben contemplar es el hecho de que, incluso en los escenarios mas pesimistas, la sustitución del cigarro convencional por el electrónico  tiene la potencialidad de salvar y/o mejorar la calidad de millones de vidas. Este hecho puede verse en el un estudio extenso y detallado, basado en simulaciones de efectos potenciales de varios escenarios (ver referencia y discusión en  este enlace). Su conclusión es:

Nuestras proyecciones indican que la estrategia de reemplazar el cigarro convencional por el electrónico conllevaría a una ganancia sustancial de vidas salvadas, incluso bajo las suposiciones mas pesimistas. El reemplazo de cigarros de tabaco por electrónicos podría salvar por lo menos 1.6 millones de vidas en los próximos 10 años en el escenario más pesimista