El cigarro electrónico, como producto novedoso y tecnología disruptiva, es un tema muy controvertido, por lo que su estudio ha generado una enorme cantidad de desinformación a todos los niveles.

Típicamente, esta deformación inicia (fuente primaria) en un estudio publicado del tipo “chatarra” o “tendencioso” (ver mas adelante). Se empieza a diseminar (fuentes secundarias) en las notas de prensa (impresa y digital) que acompañan al artículo original, aunque a menudo estas notas aparecen antes del artículo. Continúa diseminándose (fuentes terciarias) en otras notas de prensa, ya sea a nivel local o nacional, y en declaraciones de profesionales individuales o asociaciones relacionados con la salud.

Podemos dividir a las fuentes primarias de desinformación en

  • artículos “chatarra”, que suelen mostrar serios problemas metodológicos y técnicos
  • artículos engañosos, que no muestran fallas técnicas tan graves, pero reportan resultados alarmantes y severas recomendaciones sobre política sanitaria que no es posible justificar en base a su contenido.

Muchas fuentes de desinformación son chatarra y tendenciosas a la vez. 

No es la misión de Pro-Vapeo México explicar las causas de esta desinformación o las intenciones o motivaciones de quienes la emiten y propagan. Lo que nos interesa es analizar críticamente las fuentes primarias de desinformación para mostrar a los consumidores los argumentos necesarios para entenderla y refutarla.

 

Contenido

Desinformación sobre el vapor inhalado

  • El fraude del formaldehido y otros aldehidos ENLACE
  • El diacetilo y el “cáncer de las palomitas de maíz” ENLACE
  • Los metales ENLACE

Desinformación sobre el vapor ambiental

  • Las partículas suspendidas ENLACE
  • Intento de equiparar al vapor con el humo de tabaco ambiental ENLACE

Desinformación toxicológica

  • Daños al ADN y demás espantos
  • Neumonías inexistentes en la vida real
  • Nicotina letal (para ratones y células, no para humanos)

Desinformación sobre el cese de fumar

Falsos “portones de entrada” al tabaquismo

 

Desinformación sobre el vapor inhalado

La supuesta toxicidad del aerosol del cigarro electrónico es quizá el tema más socorrido de desinformación, ya que tiene mucho impacto social el anunciar que un producto “es tóxico” (sobre todo ésto si lo hace una autoridad gubernamental). A continuación mostramos resúmenes de varios ejemplos “clásicos” de esta desinformación y de los estudios en los que se basa.

El fraude del formaldehido y otros aldehidos

En 2015 aparecieron prominentemente varias notas de prensa escandalosas (enlace) alegando que el vapeo representaba para los usuarios riesgos de cáncer mayores a fumar. La fuente primaria fue un estudió reportado en una carta al editor de la prestigiosa revista New England Journal of Medicine por Jenssen y colegas de la universidad Portland State en EEUU, que afirmó haber detectado en el vapor del cigarro electrónico niveles de exposición al formaldehido (un compuesto cancerígeno) mucho mayores que en el humo del cigarro de tabaco:

Jensen, R. P., Luo, W., Pankow, J. F., Strongin, R. M., and Peyton, D. H. (2015). Hidden formaldehyde in e-cigarette aerosols. N. Engl. J. Med. 372, 392–394. doi: 10.1056/NEJMc1413069 (Enlace Resumen) (Texto completo) Acceso Libre

Otro estudio análogo (por Sleiman y colegas) fue publicado en 2016, generando de nuevo notas de prensa alarmantes por los altos niveles generados de aldehidos en el aerosol del cigarro electrónico:

Sleiman, M., Logue, J. M., Montesinos, V. N., Russell, M. L., Litter, M. I., Gundel, L. A., et al. (2016). Emissions from electronic cigarettes: key parameters affecting the release of harmful chemicals. Environ. Sci. Technol. 50, 9644–9651. doi: 10.1021/acs.est.6b01741 (Enlace)

Las altas concentraciones de formaldehido (y otros carbonilos) en ambos estudios se debió a un problema técnico fácilmente identificable con el vapeo en condiciones de uso anormal: la “calada en seco” (dry puff) que explicamos en la página del sitio dedicada a la química del vapor  (enlace):

Además de la dificultad de reproducir la topografía del vapeo (volumen y cadencia de las caladas de vapeadores humanos), las máquinas de vapeo fácilmente pueden acabar midiendo altas concentraciones cuando los dispositivos operan a temperaturas demasiado elevadas (cuando el líquido del tanque atomizador de agota). El vapeo en estas condiciones produce en el vapeador humano una sensación de sabor sumamente desagradable, la cual es sistemáticamente evitada. Evidentemente, las máquinas en el laboratorio simplemente siguen operando, por lo que detectan niveles demasiado altos de concentraciones de compuestos tóxicos (esto ha causado una estimación muy alta de formaldehido que es citada en las fuentes desinformación).

Los dos estudios mencionados son los que produjeron mas escándalo mediático, pero no fueron los únicos en detectar altas emisiones de estos compuestos por operar las máquinas de vapeo de sus laboratorios en condiciones de calada en seco.  Proporcionamos una explicación detallada sobre este asunto en el resumen del artículo reseña de Farsalinos sobre emisiones de carbonilos  (enlace) .

Refutación.

Ambos estudios fueron replicados, y por ende refutados, por Farsalinos y colegas al mostrar que las altas emisiones de carbonilos se debían exclusivamente a la operación de los cigarros electrónicos en condiciones anormales de uso (condiciones de calada en seco).

Los detalles de la refutación del estudio de Jenssen y colegas pueden verse en (enlace) y de de Sleiman y colegas en (enlace). Farsalinos y colegas mostraron en ambas refutaciones que el vapeo en condiciones de uso normal produce niveles de emisión de estos compuestos mucho menores que en el humo del tabaco, sino incluso menores que los estándares de seguridad laboral (ver página sobre la química del vapor). Para una discusión en más detallada de los estudios de los equipos de Jenssen y Sleiman y las refutaciones de los mismos, acudir a (enlace).

El diacetilo y el “pulmón de las palomitas de maíz”

Otro tema recurrente en la desinformación sobre el aerosol del cigarro electrónico es el alegato de que contiene un compuesto llamado diacetilo, que es seguro en la ingestion (National Institute for Occupational Safety and Health10; FEMA Nr 2370) y se utiliza en muchos alimentos, pero que inhalado pone en riesgo a los vapeadores de contraer enfermedades pulmonares graves, en espacial la bronquiolitis oblieterante, una rara y grave enfermedad respiratoria irreversible y obstructiva que afecta a los bronquiolos.

El nombre “cáncer de palomitas de maíz” o “pulmón de palomitas de maíz” se debe a que esta enfermedad fue inicialmente observada en trabajadores de fábricas de palomitas de maíz expuestos a la inhalación de  diacetilo (entre otros muchos compuestos). De hecho, es posible que esta enfermedad haya sido causada por un “coctel” de compuestos respirados en un ambiente de trabajo de aire insalubre y no solo por el diacetilo. De todas maneras, y por precaución, líquidos que se fabrican desde 2015 son en general depurados de este compuesto, el cual solía estar presente en líquidos de sabor dulce y tipo mantequilla.

El susto de que el diacetilo del cigarro electrónico pudiera causar el “pulmón de palomitas de maíz” es evidentemente un fraude, sobre todo porque no hay un solo caso reportado de algún vapeador que haya contraído bronquiolitis obliterante:

  • Primero, esta enfermedad se desarrolla en un lapso de entre 5 meses y 9 años (según estudios en trabajadores que la padecieron), por lo que de tener una relación con el vapeo ya se hubiera manifestado entre los millones de vapeadores.
  • Segundo, antes de 2015 la concentración de diacetilo en el aerosol era entre 10 y 100 veces menor que en el humo de tabaco (otras mediciones ubican su concentración en 240 veces menor, ver [enlace] y [enlace]).

Independientemente de la asociación entre la bronquiolitis obliterante y el tabaquismo (muchos trabajadores que la padecieron no fumaban), el diacetilo en el humo de tabaco es producto de la combustión, por lo que este compuesto (como la inmensa mayoría de los miles que componen al humo) no puede ser depurado. En el vapeo hay mucho mas control sobre la posible depuración en los líquidos de compuestos que podrían generar (en el proceso de vaporización) residuos potencialmente dañinos en el aerosol. Mas información.

Los metales

Un tema muy recurrente en la desinformación en torno al aerosol del cigarro electrónico es el supuesto exceso de contaminación de residuos de metales. El cigarro electrónico es un dispositivo construido con metales, por lo que no hay nada extraño en la presencia de residuos de estos metales debida al proceso de vaporización del aerosol. Sin embargo, la exposición de vapeadores (o personas en su entorno) a estos residuos metálicos es ínfima, de hecho mucho menor que los umbrales de exposición permitida por todos los estándares de seguridad. El asunto de los riesgos por la presencia de metales está discutido y aclarado en el siguiente artículo:

K. E. Farsalinos, V. Voudris, and K. Poulas , “Are Metals Emitted from Electronic Cigarettes a Reason for Health Concern? A Risk-Assessment Analysis of Currently Available Literature”. Int J Environ Res Public Health. 2015 May; 12(5): 5215–5232. doi: 10.3390/ijerph120505215. (Enlace) Acceso Libre

Es de esperar que con el avance de la tecnología la exposición de vapeadores (y personas en su entorno) a estos residuos metálicos disminuya aún mas. Sin embargo, no faltarán esfuerzos de desinformación en los que se anuncie una alta toxicidad por la presencia de metales en el vapor del cigarro electrónico. Ver discusión de un ejemplo reciente en (enlace).

Regresar a Contenido

 

Desinformación sobre el vapor ambiental

Hay mucha desinformación sobre supuestos efectos nocivos en personas en el entorno de vapeadores por exposición el vapor ambiental. Esta desinformación carece completamente de fundamento empírico y es fácilmente refutable en bases a numerosos estudios de calidad que hemos presentado en la página dedicada a la química del vapor ambiental (enlace).  Asimismo, proporcionamos una página dedicada a la crítica y refutación de los alegatos comunes sobre le vapor ambiental (enlace).

El vapor ambiental que exhalan los vapeadores es un aerosol “añejado” y muy diluido que se disipa rápidamente y no deja trazas de olor. Los niveles de exposición a compuestos tóxicos (aldehidos y residuos metálicos) por el vapor ambiental son muy bajos, incluso mucho menores que los umbrales de exposición permitida en estándares sanitarios y laborales (del National Institute of Occupational Safety and Health de los EUA), ya que estos compuestos existen en concentraciones muy bajas, comparables a las que se miden en condiciones del aire normales de espacios interiores (nótese que las alfombras, muebles, por no mencionar ambientes de cocina e incluso el mismo cuerpo humano, emiten también aldehidos y residuos metálicos).

Las partículas suspendidas

Hay mucha desinformación sobre supuestos daños a la salud por la presencia de millones de “partículas” (material particulado) en el “vapor” del cigarro electrónico. Éste último, como todos los aerosoles (incluyendo al humo de tabaco) contiene millones de partículas suspendidas de varios tamaños (diámetros en micrones) y forma. Sin embargo, la composición química de estas partículas es un factor mas importante para evaluar el riesgo a la salud que sus números, tamaños y formas.

Las partículas suspendidas de menor tamaño son denominadas “PM2.5” (< 2.5 micrones). Las PM2.5 del humo del tabaco son sumamente dañinas por su capacidad de penetrar tejidos profundos del cuerpo humano. El mismo (o mayor) peligro representan las PM2.5 debidas a la contaminación del aire. En ambos casos, las PM2.5 son productos de la combustión (ya sea del cigarro o de motores de combustión interna), son agregados sólidos formados por compuestos orgánicos derivados de la combustion e inorgánicos.

Sin embargo, las PM2.5 del vapor del cigarro electrónico no son producidas por la combustión (no hay combustion), son simplemente agregaciones líquidas (micro-gotas) formados por propilenglicol (PG), glicerol (VG) y agua. Por lo tanto, aunque haya el mismo número de PM2.5 que en el humo del tabaco y aunque sean del mismo tamaño, las PM2.5 del vapor se comportan en forma muy distinta porque su composición química es distinta: simplemente se disuelven al entrar en contacto con los tejidos del cuerpo humano, sin interacción de por medio (sus constituyentes no son reactivos en las temperaturas del cuerpo humano).

Los promotores de la desinformación pretenden implicar (sin prueba) que las PM2.5 del vapor del cigarro electrónico causan el mismo daño que las del humo de tabaco o las de la contaminación del aire: o sea, “como el vapor del cigarro electrónico alberga números similares de PM2.5 que el humo del tabaco y la contaminación del aire”, entonces debe ser igualmente dañino, lo cual es completamente falso. 

Proporcionamos en esta página un largo ensayo que discute a profundidad las diferencias entre las PM2.5 del humo del tabaco y la contaminación del aire y las PM2.5 del vapor del cigarro electrónico.

Intento de equiparar al vapor ambiental con el humo de tabaco ambiental.

El diseminar desinformación sobre el vapor ambiental tiene como propósito fabricar una equivalencia falsa entre el vapor ambiental y el humo de tabaco ambiental de “segunda mano”, el cual tiene efectos nocivos sobre quienes rodean al fumador (en especial en espacios interiores con poca o mala ventilación). El propósito no solo es lograr la prohibición de vapear en todo espacio interior público (incluyendo bares y restaurantes), sino también transferir al vapeo la hostilidad que muchos no-fumadores profesan hacia el humo de tabaco.

Quienes propagan esta desinformación pueden encontrar (o citar) estudios que concluyen que el vapor ambiental es nocivo. Sin embargo, todos estos estudios tienen problemas serios en su metodología y control de mediciones o emiten conclusiones alarmistas que no se sustentan en las mediciones realizadas o en su interpretación correcta. En esta página (enlace) presentamos ejemplos de tres estudios de este tipo y la crítica a los mismos.

Regresar a Contenido

 

Estudios toxicológicos

Una fuente importante de desinformación sobre el vapeo surge de la interpretación distorsionada y amarillista de resultados de estudios toxicológicos que reportan efectos adversos en cultivos celulares y/o ratones expuestos al aerosol del cigarro electrónico. A continuación proporcionamos un resumen de esta desinformación. Para una discusión mas detallada acudir a una página dedicada a este tema  (enlace).

Por diversas razones (ver discusión en [enlace]), los medios (impresos y digitales) suelen amplificar los resultados de estos estudios en forma irresponsable y amarillista, dando a entender en los titulares de las notas que daños fisiológicos en cultivos celulares y/o ratones se traducen a efectos adversos a la salud en sujetos humanos. Si acaso, los medios apenas mencionan en el texto de la nota (que mucho menos gente lee) o en las “letras chicas” las limitaciones de este tipo de estudio, o sea que los efectos nocivos detectados en cultivos celulares y/o ratones no (necesariamente) predicen enfermedad humana, sino que proporcionan señales de posibles (quizá poco probables) daños en la salud que pudieran motivar estudios clínicos o epidemiológicos posteriores. Desafortunadamente, en muchos casos los mismos autores de los estudios se prestan al juego de la desinformación.

Además de las limitaciones mencionadas anteriormente, los estudios toxicológicos presentan los siguientes problemas:

  • Carecen de un protocolo adecuado de dosis comparativas. Es necesario establecer un criterio objetivo para que la dosis de vapor (o nicotina) suministrada a células y ratones sea equivalente a los niveles de exposición de vapeadores humanos o personas en su entorno. A menudo, y hay muchos ejemplos sobre esto, los investigadores literalmente “fumigan” a los cultivos de células y/o a los ratones con niveles de exposición al vapor o a la nicotina que son equivalentes a decenas o centenas de veces la exposición a la que estaría sometida el vapeador humano.
  • Excluyen la comparación natural (y objetiva) con exposición al humo de tabaco. La comparación relevante es entre la exposición de células y/o ratones al vapor del cigarro electrónico y al humo del cigarro de tabaco, ya que el cigarro electrónico es utilizado por fumadores. Esta comparación es de mayor interés en la evaluación de riesgos y daños del cigarro electrónico. En prácticamente todos los estudios toxicológicos que han llevado a cabo esta comparación el resultado plenamente confirma la expectativa de que el vapor es órdenes de magnitud menos tóxico que humo del cigarro de tabaco.

En una página especialemnte dedicada a este tema (enlace) proporcionamos varios ejemplos de desinformación surgida de estudios toxicológicos: un estudio basado en células y ratones que reporta daños al ADN, riesgos de neumonía y efectos graves por consumo de nicotina. En todos estos ejemplos los autores y los medios reportan estos resultados en forma alarmante y amarillista. En la página sobre la manipulación mediática de la desinformación (enlace) mostramos otro ejemplo de un estudio citotoxicológico de investigadores de la Universidad de California, describiendo en detalle la nota de prensa en un diario británico (el Daily Telegraph) y discutiendo las reacciones críticas que suscitó.

Regresar a Contenido

 

Desinformación sobre el cese de fumar

Un argumento común de la desinformación es afirmar que el cigarro electrónico no contribuye positivamente al cese de fumar. La utilidad del cigarro electrónico en el cese de fumar tiene implicaciones muy relevantes en salud pública, por lo que es importante que los estudios que verifiquen esta utilidad sean estudios de calidad, y que además sean aplicables al uso del cigarro electrónico en condiciones reales: tomando en cuenta que no es una “medicina para dejar de fumar”, sino un producto de consumo que los fumadores pueden utilizar de muchas formas para dejar de fumar, con o sin intervención o asistencia médica. El proceso de dejar de fumar no es “ensayo clínico controlado”, lo cual es crucial para entender y evaluar su eficacia en el cese de fumar. Evidentemente, se incurre en la desinformación cuando se niega u omite esta diferencia.

Como mostramos ampliamente y en todo detalle en la página dedicada al cese de fumar (enlace), el negar la contribución del cigarro electrónico al cese de fumar no se sostiene en los hechos: tanto estudios demográficos como clínicos (incluso controlados y de asignación aleatoria) demuestran que si hay una contribución positiva. Una variante de desinformación es afirmar que “no está probado” que contribuye al cese de fumar, aunque quienes eso afirman no suelen explicar bien que “prueba” esperan observar.

Una parte de la desinformación sobre este aspecto se basa en exigir como única forma de verificar la contribución del cigarro electrónico al cese de fumar mediante los métodos que se utilizan para medir la eficiencia de medicamentos (a través de Ensayos Controlados de asignación Aleatoria ECA),  lo cual es problemático por ser  el cigarro electrónico un producto de consumo y no un medicamento. Es correcto afirmar que los resultados de abstinencia de fumar en 6-12 meses a través del cigarro electrónico no son espectaculares en los pocos ECA llevados a cabo.

Sin embargo, como mostramos en la página sobre el cese de fumar  (enlace), hay opinión experta que sostiene que los ECA no son el procedimiento adecuado para estudiar el cese de fumar mediante el cigarro electrónico, ya que están diseñados para examinar medicamentos y tratamientos médicos que requieren estandarización y asignación aleatoria de pacientes a grupos de control y de seguimiento y al uso de un placebo.

Es extremeadamente difícil (y costoso) adaptar la metodología de los ECA al cese de fumar mediante el cigarro electrónico, un producto de consumo cuyo uso muy difícilmente puede ser “controlado” y “aleatorizado”. Es mas,  aún en el caso utópico de lograr un ECA “pefecto” para el cigarro electrónico, este sería un experimento médico “controlado” cuyos resultados no reflejarían las condiciones (prácticamente imposibles de controlar) del cese de fumar de fumadores en la vida real. No obstante, incluso en los pocos ECA realizados se detecta una contribución positiva al cese de fumar, la cual es (al menos) comparable (en el único ECA que hizo la comparación) con los parches farmacéuticos.

Los estudios demográficos observacionales, pese a sus limitaciones, son mas apropiados para evaluar el efecto del uso del cigarro electrónico en el cese de fumar. La mayoría de estos estudios muestran un efecto positivo, sobre todo en fumadores que adoptan el uso habitual del cigarro electrónico. En la página dedicada al cese de fumar (enlace) mostramos que los dos estudios de reseña mas completos (el meta-análisis de Villanti et al y la reseña Cochrane) concluyen que los pocos estudios que satisfacen altos estándares de calidad concuerdan entre si y apoyan la conclusión de que el cigarro electrónico contribuye postivamente al cese de fumar.

Sin embargo, hay estudios que rechazan estos resultados y concluyen que el uso del cigarro electrónico inhibe al cese de fumar. Sin embargo, estos estudios muestran serias deficiencias en su metodología, por lo que sus resultados son altamente cuestionables. Presentamos en (ver enlace) dos ejemplos representativos de estudios que concluyen que el uso del cigarro electrónico no contribuye positivamente al cese de fumar. Presentamos también críticas severas de expertos en tabaquismo que muestran sus deficiencias.

Regresar a Contenido

 

Falsos “portones de entrada” al tabaquismo

Un tipo de desinformación muy socorrido se basa en presentar al cigarro electrónico como un “portón de entrada” al tabaquismo, especialmente en adolescentes. De acuerdo a esta noción, el uso del cigarro electrónico recluta fumadores nuevos entre personas que no fuman (tanto adultos como menores de edad), las cuales “nunca hubieran fumado de no ser por su exposición al vapeo”. Como hemos mostrado en detalle en las páginas dedicadas al vapeo en  adolesecntes  (enlace) y (enlace) (ver estadísticas), la evidencia disponible no sustenta la afirmación alarmante de que el vapeo entre adolescentes esté provocando un aumento significativo del tabaquismo en este sector demográfico (e incluso en adultos).

De ser válida la teoría del “portón de entrada” en adolescentes se debería observar, ya sea un aumento apreciable o una inhibición del decrecimiento, de las tasas de tabaquismo entre este sector de la población justo en los países de uso mas extenso y regulación mas laxa del cigarro electrónico (los EUA y el Reino Unido).

Sin embargo, la evidencia demográfica disponible demuestra lo contrario en forma prácticamente contundente. Según las estadísticas (enlace)  y muestras de censos disponibles en países donde el vapeo adolescente está mas extendido (y regulado de forma más laxa), como el Reino Unido y los EUA, la prevalencia de fumadores en este sector ha disminuido a tasas sin precedentes (sobre todo en los EUA), justamente desde 2010-2011, que es cuando de dispara el uso del cigarro electrónico entre adolescentes y jóvenes. La prevalencia de fumadores en adolescentes estadounidenses ha disminuido más rápidamente en el periodo 2011 a 2016 que en años anteriores a 2011 cuando el uso del cigarro electrónico era prácticamente inexistente. La evidencia también muestra que la inmensa mayoría de adolescentes que vapean lo hacen con muy poca frecuencia y por experimentación, no en forma habitual o frecuente y además usan líquidos sin nicotina.

Es obvio que no se puede afirmar que el vapeo ha sido la causa del declive del tabaquismo juvenil en los EUA y el Reino Unido, sin embargo no es posible descartar que haya contribuido a ello. No es posible descartar  que el vapeo haya sido “portón de entrada” al tabaquismo para algunos adolescentes, la mayoría de los cuales (según estudios británicos [enlace]) probablemente hubieran fumado con o sin haber vapeado. Sin embargo,  si entendemos al tabaquismo como uso habitual del cigarro de tabaco (no un uso de “al menos una vez en el último mes), la evidencia empírica demuestra con toda certeza que la capacidad del vapeo para reclutar adolescentes hacia el tabaquismo es despreciable. De hecho, la evidencia mas bien señala que el vapeo ha servido de “portón de salida” del tabaquismo para muchos adolescentes (y adultos).

La preocupación por el vapeo entre adolescentes es legítima, ya que el cigarro electrónico debe ser un producto de uso exclusivo para adultos. Sin embargo, esta preocupación pasa a ser desinformación cuando se torna en un mensaje alarmista y agresivo que desecha toda evidencia contraria. Hay quienes promueven la teoría del “portón de entrada” incluso aceptando que el cigarro electrónico es menos dañino que el convencional, e incluso aceptando que puede asistir a que fumadores adultos dejen el hábito, pero exigen que aún así debe ser regulado en forma estricta y desproporcionada, como el cigarro de tabaco, con el afán de “proteger” a la juventud de la supuesta “capacidad de adicción” del vapeo al reclutar a adolescentes y adultos jóvenes al tabaquismo y a la adicción a la nicotina. La evidencia demográfica disponible no justifica esta postura alarmista, ya que no apoya que se esté materializando en la vida real el supuesto peligro de reclutamiento juvenil hacia el tabaquismo o hacia la adicción a la nicotina.

Regresar a Contenido